Foto tomada de la red.
Me enamoré de ti nada más verte. Preparé
con mesura nuestra cita bajo la luna y, en la osadía, te perdí apenas reconociste
mi fragilidad. Nunca lloré tanto una despedida como aquella madrugada. Fuiste
la primera y juré recuperarte, convencerte de ser quien te llevara tan lejos como
quisieras. No negaré que te imaginé en manos de otro y maldije a la noche por alentarme.
Nuevos vientos trajeron el frío y desnudaron los árboles, y, frente a mi
ventana, sobre aquella alfombra de hojarasca, en la última rama, te descubrí
saludándome con tu cola de lazos.
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